¿Cuál es la mejor edad para consultar con el ortodoncista?
El mejor momento para consultar es alrededor de los 7 años, cuando a tu hijo le han salido las primeras muelas definitivas, ya que, su posición indica la oclusión de los dientes adultos en el futuro.
La mayor parte de los niños no van a necesitar ningún tratamiento a esta edad, pero en algunos casos es importante corregir pronto alteraciones congénitas o malos hábitos que afectan los huesos de la cara o a la erupción de los dientes. Estos tratamientos precoces suelen ser sencillos, indoloros y suelen durar unos meses.
La ortodoncia definitiva se suele empezar a los 12-13 años, cuando todos los dientes definitivos han erupcionado y los huesos maxilares están en una fase acelerada de crecimiento.
Una excesiva prominencia de los incisivos superiores aumenta el riesgo de traumatismo y fractura de estos dientes. Además, impide que los labios sellen con normalidad y muchas veces dificulta la deglución, el habla y la respiración.
Las mordidas cruzadas se deben normalmente a la estrechez del maxilar superior. Esto es típico de niños con hábitos orales deformantes como el chuparse el dedo, roncar o respirar por la boca. Es importante corregirlas cuanto antes porque afectan al crecimiento normal de los maxilares, pueden afectar a las articulaciones y dificultan el recambio y erupción de los dientes definitivos.
Si los dientes de arriba muerden por detrás de los inferiores es a veces debido a un problema en la erupción de los incisivos superiores que fuerzan al niño a colocar la mandíbula en una postura forzada para poder contactar con las muelas y masticar. Esta situación debe corregirse cuanto antes.
En otros casos el problema se debe al tamaño de los huesos. Suele ser un rasgo genético muy característico en algunas familias. En estos casos, en especial si el problema es del hueso inferior, el ortodoncista vigilará el crecimiento y tratará problemas puntuales de los dientes, pero el tratamiento definitivo muchas veces no se decide hasta que no se completa el crecimiento.
Los niños que se chupan el dedo, que utilizan el chupete demasiado tiempo o los que al tragar meten la lengua entre los dientes anteriores, impiden la erupción de los incisivos y deforman el desarrollo de los maxilares. Las mordidas abiertas son un problema que debe controlarse ya que, afecta a la masticación, la deglución y, en ocasiones, al habla.
Cuando los dientes definitivos son demasiado grandes para el hueso que debe alojarlos hay ocasiones en que dientes que aun no han erupcionado se quedan atrapados en el interior del hueso al no tener espacio para poder salir. El ortodoncista valorará la posibilidad de aumentar el tamaño del arco maxilar o de guiar el recambio de los dientes de leche para facilitar el trabajo de alinear correctamente los dientes definitivos.
Si observas que algún diente erupciona por detrás de su diente de leche o fuera de su sitio natural debes consultar con el ortodoncista o el odontopediatra.
Si el hueso maxilar superior o el inferior son demasiado grandes o demasiado pequeños, o están desviados, se deforma la armonía y belleza del rostro y suele afectar la masticación.
En general, estos defectos esqueléticos se van acentuando con el crecimiento y es importante que el ortodoncista los controle, facilite las condiciones orales para un desarrollo beneficioso y decida la mejor edad para corregir definitivamente los defectos dentarios y faciales.